-¿Tan malo es? –preguntó su compañero de piso desde la
puerta de la estancia. Ella se giró sin comprender.
-¿El qué?
-Amar de verdad – sopesó unos segundos su respuesta. Claro
que no lo era, pero para ella sí.
-¿Alguna vez has amado a alguien?
-Si, muchas
- ¿Pero de verdad?
-Por supuesto
-¿Te has sentido como si estuvieras en el lugar y el momento
precisos, como si no hubiera otro lugar en el mundo en que pudieras estar? ¿Has
tenido la horrible certeza de que sin esa persona el mundo no sería nada, de
que jamás habrá nadie que pueda reemplazarla o superarla? ¿Has notado ese vacío
en tu pecho ante la perspectiva de perderla? ¿Te has sentido completamente
lleno solo con estar a su lado? ¿Has sido capaz de memorizar cada rincón de su
cuerpo, cada pliegue de su piel, el aroma de su pelo o la intensidad de sus
besos? ¿Has sabido que después de hacer el amor con esa persona no podrías
hacerlo como tal con cualquier otra? ¿Has sido consciente de que quererla tanto
solo podría hacerte daño a ti mismo?
Su interlocutor negó con la cabeza. Ella dio otra calada al
cigarrillo.
-Entonces, amigo mío, nunca has amado.